Y mientras nosotros aquí, en nuestro paraíso, lamentando lo sucedido pero limitándonos a eso. Los hay que incluso llegan a donar algo de dinero, unos más y otros menos, pero nada más. Y es que, lamentablemente no se puede hacer mucho en situaciones así.
Me gustaría tener poder, pero poder sobre la naturaleza. Esta fuerza loca actúa sin ver, sin sentir, sin embargo, a pesar de hacerlo con la misma intensidad en la ciudad de San Francisco, apenas lo notan. Ahí los edificios son fuertes, el país rico... Haití no goza de ese privilegio, y como este país, muchos.
Es triste, pero real: la suerte de unos y la pena de otros... Desgracias así solo desgracian a los más desgraciados, pues como dijo aquel "a perro flaco, todo son pulgas".
Puerto Príncipe es un infierno de escombros, cadáveres y miles de personas vagando por las calles. El caos y la desolación dominan la vida en Haití desde el padado martes después de una serie de terremotos que afectaron especialmente a la capital y causaron "cientos de miles" de muertos.
Un hombre muestra la foto de su hija a quien busca entre cientos de cadáveres ayer, jueves 14 de enero de 2010, en Puerto Príncipe (Haití).
Vista de escombros en el centro de la ciudad de Puerto Príncipe (Haití).
Lo más triste de todo es que una vez que se agote esta primera ola de compasión humanitaria, el país será abandonado como siempre, y verdaderamente solos, a enfrentar catástrofes nuevas y reiniciar, como si fuera un ritual, los mismos ejercicios de movilización...
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